La cosa fue que empecé a repasar el texto en alto, interpretándolo como en escena (de manera más íntima, claro está, ajustándome a la cercanía de la gente, pero interpretándolo con todos sus matices) y me dirigía a la gente con la que me cruzaba -tanto a grupos como a individuos- hablándoles desde el personaje que tocaba en cada momento, mejor dicho, él era el que les hablaba mientras yo les ofrecía el papelito. Así me fui andando hasta el teatro. 2 horas se fueron en este agradable paseo performáncico. El itinerario tuvo inicio en Acacias, pasando por Lavapiés, Argumosa, Cuesta de Moyano, Retiro, Narváez..., allí cogí el Circular hasta Diego de León- finalizando en Martinez Izquierdo, 20: Teatro Guindalera). Pienso repetir.
Cuesta de Moyano
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