lunes, 14 de enero de 2013

Paraninfo

Un amigo, Ángel García Galiano, escritor y profesor de literatura en la Universidad, se ha encargado de pedir y reservar para este próximo jueves 17 de enero el escenario del Paraninfo. Todas a la una se representará a las 11:30 de la mañana, en horario lectivo, sobre sus tablas. Además de asistir alumnos de la Universidad está invitado a venir todo aquel que quiera hacerlo. Tras la función habrá un pequeño coloquio. El espectáculo se presentará desnudo, sin el diseño de luces y la escenografía que generalmente arropan esta propuesta. Ingredientes: un escenario, un público, actriz, palabra y a ver qué pasa. Tendrá un encanto muy especial, seguro. Ángel recibió clases de Agustín en la facultad y ha querido honrarle con este gesto. "Qué mejor sitio para hacer la representación. Esta es su casa", me comenta. Allí os esperamos, en la facultad de Filología de la Complutense de Madrid. Y salúd!

miércoles, 9 de enero de 2013

reCuento

A la última función celebrada en la sala Triángulo vinieron 63 personas de público, una gran diferencia con el jueves anterior al que sólo acudieron 12. Que fuera el último día y que había salido unos días antes una buena crítica en El País hizo su efecto. En total han asistido a Triángulo 392 personas que, repartidas entre los 11 días de representación que hemos tenido en esta sala, da una media de 35 espectadores y medio por función. Hay que decir que algunos de ellos fueron repetidores, así que serían en verdad unos 370 (aunque uno no es siempre el mismo). No está nada mal habiendo sido los días de actuación primero los domingos y después los jueves -siempre a las 20:30- (ambos son días difíciles para que acuda el público y más con la que está cayendo). Uno de tantos fue Agustín: allí se sentó, en la primera fila, en la butaquita del centro de entre las tres que son, al lado izquierdo del pasillo según se miran desde el escenario, a su mano derecha: aquella, caliente, que tuve cogida ente las mías, en el hospital aquel, el día de antes. Cuatro besos te planté en la frente -también tan dulcemente caliente- antes de irme: -Otro día vengo a verte, ¿vale? Y con esa sonrisa tan ¿tuya?, asintiendo, me despediste; otro de ellos fue una niña que tosía mucho y mucho durante la representación, a tal punto que tuve que parar en medio de un parlamento muy sentido a ver si alguien de entre el público llevaba un caramelito para darle, no se nos ahogara; también vino un programador que no nos programó y un fotógrafo que con su ojo me disparó; algún que otro amigo; mi padre y cuatro o cinco familiares; vino también alguna gente de la tertulia... Y viandantes, con los que me crucé, a los que repartí papelitos o versos por las calles; otros cuantos no los sé, pues eran unos bultos negros y callados en el patio de butacas con la sabia habilidad de hacerse sentir sin distinguir. Algunos se perdieron, otros no pudieron, los hay que no quisieron pero también que repitieron. Desde detrás del telón, cada día, al dar la entrada, allí, agazapada, me gustaba veros entrar. Cada uno a su ritmo: más decididos, más despistadillos… ¡Había días que erais muy ruidosos!, otros, sin embargo, cautelosos. Generalmente vuestros gestos eran torpes hasta acomodaros, pero una vez instalados, comentados y desconectados, después del silencio que se hace tras esa última cremallera de un bolso que se cierra, acudíais emocionados a contemplar la espera en el vacío de la escena. Y de ese momento hoy vengo a contaros.